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La desnudez del cuerpo solo refleja desnudez del alma. |
Actualmente, la
sociedad dicta estándares de vida que flagelan la integridad y valor de las
personas. Por ejemplo, podemos observar
como diariamente más y más mujeres salen a la calle con casi nada puesto, por
supuesto, desde su perspectiva esto es un logro; quien pueda exhibir más su
cuerpo será más cotizado y esto significa para ellos la cúspide. Todo ello, sin
considerar las actitudes crueles, inhumanas, altaneras y déspotas que también
se manifiestan, pero lo que a este tema respecta es a la falta de valor en la
mujer y su repercusión externa.
Con relación a esto, el
Rab Irmiyahu Abramov y Tehilla Abramov en su obra “La princesa singular” opinan
que:
“Nunca
en la historia de la humanidad hubo una generación tan exhibicionista. La
sociedad actual no conoce límites. Prácticamente, todo lo que se supone que
debe estar cubierto y ser privado se exhibe y se ha vuelto público; hasta tal
punto, que esta exposición se convirtió en un símbolo de nuestra época”.
El Pajad Iztjak (citado
por Abramov en “La Princesa Singular”) en su línea 49 expresa que:
“La falta de pudor de
hoy en día no es simplemente un tropiezo o un desvío. Por el contrario, no es
más que una rebelión contra los principios de la fe que se encuentran en la
esencia del recato y contra cualquier tipo de enfoque elevado de la vida”.
Esta situación no solo
afecta a mujeres gentiles sino también a mujeres judías que obedeciendo a una
voz interna desorientada caen en la trampa de la mala inclinación que les
conduce a comportarse igual que las demás. Sienten que si usan ropas recatadas
no se ven bien, piensan que les atrapa todo ese ropaje o que si cubren más sus
cuerpos parecerán mayores; actitudes como esas solo dejan entrever una gran
falta de seguridad en ellas mismas y en el Creador del Universo, quien diseñó
todo de forma perfecta al dejar un manual que conduce a ideas y costumbres muy
distintas a las de las naciones.
La Tora muestra en
Bereshit cap.2 como fue creado el ser humano, la delicadeza y el detalle en la
obra del Creador es asombrosa; la mujer tiene un valor incuestionable, el valor
con que su Hacedor le formó le hace inestimable. Ella, no debe temer cuando
esté frente al espejo y debe procurar apreciarse por lo que lleva dentro, que
es su verdadero yo, su esencia.
Aunado a ello, debe
apreciar todas y cada una de sus partes físicas, porque si ella logra
comprender su valía ¿para qué exhibirse? ¿Acaso es la mujer una pieza
artística, un objeto de adorno o un cualquier otro elemento?
Mi punto es que cualquier mujer que conozca y
comprenda su objetivo y su valor nunca recurrirá a actos tan bajos como mostrar
su cuerpo para recibir amor, admiración, respeto y honor… Solo sirviendo a su Creador de forma
pura y genuina es que logra su plena satisfacción, ya en Mishlé lo expresó el
sabio Rey Shlomó: “La gracia es engañosa y vana la belleza, pero la mujer que
teme al Eterno será alabada”.
Por supuesto, esto no
quiere decir que la mujer judía debe verse desaliñada o que no debe ocuparse de
su imagen, debe vestir bien pero con tzniut procurando agradar a su marido y no
a ningún otro hombre, debe mostrar alegría en su vestir (porque también con
esto sirve al Creador) pero siempre cuidando de no mostrar su cuerpo para
llamar la atención.
El midrash Bereshit
Rabá comenta que la mujer fue creada con la cualidad de la vergüenza que es un requisito
indispensable para el recato, ya que ella fue formada de la costilla del
hombre, una parte que está oculta, aludiendo a que ella debe cubrirse.
“Cuando D’s creó a la
mujer, Él observó de donde podía crearla, de un lugar oculto del hombre. Y
mientras formaba cada uno de sus miembros, Él le ordenaba ‘Sé una mujer
recatada, sé una mujer recatada’” (Bereshit Rabba 18:2).
La desnudez del cuerpo
solo muestra desnudez del alma. La que descubre sus partes solo refleja que
está desesperada por la aprobación de alguien para sentirse bien, una muestra
de baja autoestima, de falta de seguridad y de identidad. Su alma está sujeta a
sus bajos instintos, es comparada con los animales, que no visten, porque viven
solo para satisfacer sus necesidades físicas.
Queridas mujeres judías, cuando
estemos frente al espejo procuremos no compararnos con nadie, somos únicas,
cada una tiene una misión distinta y cada una fue creada con cualidades
hermosas. No temamos de ver a la verdadera mujer, la espiritual, la oculta;
aquella que demuestra su lealtad obedeciendo a su amo Hashem Itbaraj, quien nos
dio cabida en este mundo físico porque nuestra sencillez, entrega y belleza son
fundamentales para el mismo. No contribuyamos a la indecencia y a la
depravación de estos tiempos siguiendo las modas, debemos ser Or La Goyim “Luz
para las naciones” y lo seremos cada vez que nos enfilamos a elevar nuestras
vidas con los ideales de nuestra santa y bendita Torah.
Quiera Hashem que en
estos días de teshuva podamos comprender el verdadero significado del tzniut
procurando con esto incrementar la santidad y la paz en nuestras vidas y
nuestros hogares.
“El hombre es la gloria de D’s; la gloria del hombre
es su vestimenta” (Derej Eretz Zutah 10).
Con berajot,
Rivkah Subero
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